Me encanta visitar lugares nuevos y fascinantes, especialmente cuando me solicitan que comparta mi experticia sobre la deliciosa comida local y los hábitos alimenticios que pueden mejorar la salud de los individuos, los y las agricultores y del planeta.

Por lo tanto, me emocioné cuando Ekorural me invitó junto a Ana Deaconu para dictar un taller de dos días y medio, reuniendo a líderes de la comunidad del departamento de Meta (sorprendentemente, casi tan grande como el territorio de Ecuador).

Los talleres se llevaron acabo en la hermosa La Cosmopolitana y en sus alrededores, una granja experimental y ecolodge, creada en lo que había sido un lugar seco y devastado de ganado y aparentemente milagroso, es ahora un terreno exuberante y productivo. Está localizada en las regiones tropicales y en las llanuras de Colombia, muy abajo de la sierra y Bogóta, en la parte casi amazónica del país.

He venido realizando talleres similares durante muchos años y conjuntamente con las habilidades de Ana, hicimos un muy buen equipo. Pero estos talleres tuvieron un nuevo elemento. Me habían pedido que incluya una dimensión espiritual sobre la alimentación. Por lo tanto, comimos conscientemente y sobre todo disfrutamos de las hojas verdes locales, presentes en las plantas de los tubérculos ampliamente consumidas en las zonas tropicales calientes, cerca de la Amazonía.

Quiero compartir con ustedes más sobre este hermoso lugar, su maravillosa gente, y la manera tan novadosa en la que trabajamos juntos.

 

Durante los talleres, trabajamos y jugamos juntos utilizando el concepto de ABUNDANCIA, una manera emocionante de abordar el cambio social. En lugar de exigir derechos, se hace hincapié en la creación y la apreciación de la amplia gama de fenómenos naturales correlacionados: la biodiversidad de aves, insectos, plantas, alimentos, y de los pueblos.

Utilizando una metodología de educación popular (gracias Paulo Freire), dicté sesiones dinámicas enfocadas en el cuestionamiento y la reflexión y el aprendizaje mutuo. A menudo dividimos al grupo para que todas y cada una de las voces de los participantes sean escuchadas. En este punto disfrutamos la representación de una obra de teatro.  Estas experiencias son reales y hacen una diferencia en la forma en que vivimos nuestras vidas después del taller.

Desde hace años atrás, he estado trabajando en un plato nutritivo, basado en colores (mucho más simple que cualquier pirámide) y aquí vemos los alimentos traídos al taller por las y los participantes . Ellos los clasificaron en términos de su función en el cuerpo humano,  pero lo que más apreciamos fueron los vibrantes colores de la comida real. Ninguno de estos eran productos blanco procesados con muy baja densidad nutricional! Y una comida colorida es llena de sabor, y fácil de promover.

El consumo de alimentos procesados stá en aumento en todo el mundo, y en especial del azúcar blanco (un alimento vacío). Junto con los y las participantes, hemos aprendido a etiquetar la cantidad de azúcar que se encuentra en las bebidas compradas en las tiendas más pequeñas, así como en los supermercados. Y luego, por supuesto, comparamos los productos azucarados con los productos reales, como el agua y las naranjas.

Cuando terminamos el taller, lo que más me emocionó fue que La Cosmopolitana ya había comenzado a cambiar la forma en la que nos estaban alimentando. Se reflejó justamente lo que estábamos aprendiendo, la abundancia de alimentos saludables que se encuentran ahí que se cultivan sin fertilizantes o insecticidas sintéticos. Y ellos me comentaron que varios vecinos se han unido para producir una gran variedad de lo que va a ser servido en La Cosmopolitana. Además, los participantes habían elegido cada uno como compromiso personal mejorar la dieta en sus casas. Aquí estábamos todos , en nuestra última "despedida ", compartiendo lo que habíamos aprendido de esta poderosa experiencia.

Partí, junto con los y las participantes, en medio del desacelerado conflicto armado en Colombia, llena de amor y esperanza. 

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